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Gatos, embarazadas y bebés

Gatos, embarazadas y bebés

Gata con niño

Gata con niño

Escrito por Mónica.

Rosa nos habló ya en un post de perros y niños, y ahora me toca a mí hablaros de gatos y niños, y embarazadas. Como compañera de piso de una gata desde hace ya 12 años, conozco un poco el tema.

Una pregunta que más de una embarazada con felino, habrá oído alguna vez es:

¿Y qué vas a hacer ahora con el gato?

¿A qué os suena? Y es que los gatos, esos misteriosos y bellos seres han sido históricamente tan amados como odiados. Tuvieron su época gloriosa en el Antiguo Egipto, donde eran tratados como dioses, y han tenido otras peores, como cuando eran compañeros de las supuestas brujas.

En la actualidad parecen un bicho malísimo que infectará a las embarazadas y se comerá a los niños en cuanto los dejemos indefensos en la cuna.

Una de las causas de este temor es la toxoplasmosis, una enfermedad infecciosa que muchos hemos pasado. Suele ser leve y los síntomas coinciden con los de un resfriado, así que muchas veces no sabemos si la hemos padecido ya.

Pasar la toxoplasmosis en el embarazo, sobre todo en los dos primeros trimestres, puede ser problemático y grave, desde malformaciones a aborto. Y siempre se señala al gato como fuente principal de contagio a humanos, pero ¿hasta que punto es cierto?

La mayoría de mamíferos, nosotros incluidos, podemos pasarla. No sólo los gatos, se puede encontrar en otros animales, y en muchos de los que consumimos.

Hasta hace poco, la mayoría de los ginecólogos recomendaban mandar a vivir al gato lejos durante el embarazo. Poco a poco va cambiando y se van informando más. Un ginecólogo conoce la enfermedad y sus causas, pero muchas veces el conocimiento profundo de la toxoplasmosis se queda en los veterinarios. Por eso muchos recomendaban deshacerse del gatito.

Los gatos pasan esta infección, pero como nosotros, sólo una vez en la vida, luego se vuelven inmunes.

Un gato doméstico que no salga a la calle y se alimente de comida preparada es bastante improbable que transmita la enfermedad.

Los gatos pueden contagiarse sobre todo si salen y cazan ratones o pájaros. Durante 15 días el animal puede transmitirnos la enfermedad a través de las heces, porque allí se eliminan los ooquistes, pero para ello han de pasar 24 horas a temperatura ambiente. Es decir, tendríamos que pasar un día entero sin limpiar el cajón de arena del gato para que estas heces liberen los oocitos de la toxoplasmosis.

En ese caso, se transmiten vía oral. O sea, tendríamos que coger con las manos las cacas y luego, sin lavarnos, llevarnosla a la boca.
Complicado, ¿no?

Para curarnos en salud, podemos hacer un análisis al gato en su veterinario, que nos confirmará si ha pasado o no la enfermedad, y un análisis de heces para ver si en caso afirmativo es, en estos momentos una infección activa.

Para evitar que el gato se contagie lo más indicado es que no salga al exterior, y si es un gato de interior no darle alimentos crudos, algo sencillo si limitamos su dieta a pienso y alimentos húmedos comercializados. (recomendable también para evitar que se contagie de otras enfermedades).

Y si ni aún así nos fiamos, bastaría con que el padre de la criatura se encargue de la limpieza de la bandeja durante la gestación.

Hay otras formas de contagio, sobre todo comiendo carne cruda o poco cocinada, verduras mal lavadas o manipulando tierra en jardín o macetas, ya que allí pueden estar presentes los oocitos. Estas tierras para macetas suelen venir de granjas y si los animales infectados han estado en esa tierra, podríamos infectarnos.

En los análisis que nos van haciendo durante el embarazo controlan si hemos pasado la infección. Si salimos positivas, fuera preocupación, si sale negativo hay que tener cuidado, sobre todo con la alimentación.

¿Y una vez que nace el niño, qué hacemos con el gato?

La mayoría de los gatos odian los cambios. Son animales muy rutinarios, y tenemos que respetar esto. Para evitar celos, es importante que durante el embarazo poco a poco vayamos cambiando algunas normas, por ejemplo si no vamos a permitir que entre a la habitación del niño, es el momento de ir acostumbrandolo. También tenemos que evitar que se suba a la cuna si ya la tenemos preparada.

Es mejor que vaya viendo los cambios antes de que llegue el bebé y no lo relacione con esa perdida de espacio. Bastante tendrá con aguantar las visitas y demás cosas.

Os cuento mi experiencia con mi gata. Mucha gente de mi alrededor tenía un poco de duda, ya que no es lo que se dice una gata supermega cariñosa. Conmigo sí, pero con el resto del mundo no tanto. Nunca ha dejado que nadie más que yo la toque, y solía responder con bufidos cuando alguien intentaba hacerlo.

A Isis, que así se llama, la adopté en ANAA, cuando vivía en Madrid. Siempre pensé que yo tendría perros, pero cuando llegó el momento las circustancias (piso-mini-mini, viajes frecuentes, muchas horas fuera de casa…) hicieron que la decisión más acertada fuera un gato.

Tenía apenas un mes de vida. Había aparecido perdida por un parque en Tres Cantos y la rescataron unos niños. Me cabía en la mano, y recuerdo que en el metro, camino de casa, casi casi se me salía por las rendijas del transportín. Me dio bastante pista sobre su carácter indómito cuando la veterinaria de ANAA se despedía de ella y mientras le decía «adiós pequeña bonita», le metió un mordisco en la nariz :-).

Pero fue un flechazo a primer ronroneo. Y así estuvimos, unos años en nuestro piso de solteras. Luego vino la boda y las mudanzas. 2 en 3 años, y más o menos lo llevó bien, aunque lo que más miedo me daba (más miedo aún de cómo reaccionaría con un bebé) era cómo reaccionaría cuando le metiera un señor en casa. No se llevaban muy bien, pero en cuanto empezó la convivencia poco a poco le aceptó, y viceversa.

Isis fue mi primer predictor. Aún sin síntomas ni días de retraso empezó a hacer cosas que me llevaron a pensar que yo estaba embarazada. Y la prueba lo confirmó.

Durante el embarazo ocurrió algo sorprendente, y fue que poco a poco empezó a no estar tanto conmigo y a irse más con mi marido. Incluso dormía a sus pies y dejaba que la acariciara.

Por el resto, normal, Nunca intentó subirse a la cuna, ni al carrito, ni a nada del bebé que ya teníamos preparado. Sí entraba a curiosear cuando nos veía montar cosas, pero nada más.

Cuando el mini nació, yo aún en el hospi, mi marido le llevó un body para que lo fuera oliendo y reconociera el nuevo olor.  A la llegada, cero problemas, se lo enseñé, lo miró y pasó de él olimpicamente.

Los primeros meses solía acercarse y ponerse a mis pies cuando daba el pecho. Dejó de dormir en nuestra cama por la noche, por voluntad propia, creo que los llantos no le gustaban demasiado, pero todo fue un cambio sin ningún sobresalto. A veces sí venía cuando yo estaba durante el día con el mini acostados, pero siempre a una distancia prudencial.

En resumen, ningún problema. Cero. Sí que intenté, aunque para una madre reciente y primeriza es complicado, no dejarla demasiado de lado. Ayudó su edad, ya que al ser ya mayor, sus necesidades de juego son menores.

Sasssis y el mini

Sasssis y el mini

Cuando el mini iba creciendo empezó a alejarse un poco, las distancias de seguridad eran cada vez mayores. Y mucho más desde que el mini anda y va detras de ella por toda la casa.  «Sassssssis», fue una de sus primeras palabras, algún día aprenderá a llamarla por su nombre de verdad.

Ha aguantado tirones de orejas, de rabo, caricias torpes que eran más bien tortazos, gritos y judiadas varias. Una de las cosas que más gracia le hace a mi hijo es darle comida y cuando la pobre va a cogerla, se la come él. Y la gata aguanta paciente.

Nunca ni un bufido ni un amago de arañazo. Eso sí, siempre que están juntos y cerca yo estoy al tanto. No hay que dejar a un niño sin supervisión con ningún animal. Nuca sabes la reacción que puedan tener ambos, y mejor prevenir. Aunque estoy bastante tranquila.

Y los que conocían a Isis de antes se asombran. Yo no mucho, la verdad.

Así que ya véis el peligro de los gatos con los bebés… No obstante conviene tener algunas cosas en cuenta:

– Limpieza extrema. Pero esto en cualquier casa con animales si no queremos estar llenos de pelos. Sobre todo cuando los bebés aún son muy pequeños. Intentar tener la cuna y demás bien limpia de pelos. La costumbre de lavar por separado la ropa de los bebés en sus primeros meses, ayuda.

– No ignores al gato. Saca unos minutos, o tu pareja. Intenta evitar que se sienta muy desplazado. Ya no porque ataque al niño, algo díficil, pero sí puede hacer que desarrolle algún trastorno de ansiedad que le afecte a su salud.

– Vigila que el niño cuando gateé no vaya a la caja de arena. Además de por higiene, las piedras son peligrosas por atragantamientos.

– Córtale las uñas a menudo. Sí, es díficil cortarle las uñas a algunos gatos, pero esto también evitará posibles, aunque improbables arañazos. Mi gata nunca ha arañado a mi hijo, pero alguna persona me recomendó «eso que le quitas las uñas y ya no arañan«. Se llama deungulacion, y es una amputación. Cruel e innecesaria. Realmente no se quita la uña, sino que se amputa parte de la falange. ¿Qué otra manera hay de que no crezca una uña salvo cortando parte del dedo?

En muchas comunidades, entre ellas, la mía (Aragón), esta práctica está prohibida.

– Vigila el pienso. Para mi hijo con 8-10 meses era un imán, y ha intentado comer varias veces. Lo mismo, peligro de atragantarse, las bolitas son duras y pequeñas.

Como véis soy amante de los gatos (y de cualquier animal). Así que me parece una mascota idónea para tener en nuestro hogar con o sin niños. Yo tenía claro todo esto, y estaba bien informada, así que a la pregunta de ¿qué vas a hacer con el gato? me limitaba a sonreir y decir «lo que he hecho hasta ahora, cuidarla y disfrutar de su compañía».

Para acabar, dar las gracias a mis veterinarias del Centro Clínico San Miguel, que me han ayudado a concretar algunas partes del texto 🙂

 


Mónica Anchelergues. Mamá de dos pequeños terremotos que llegaron a mi mundo en 2011 y en 2015. Publicitaria y marketiniana, trabajando dese el siglo pasado en el mundo online, soy una de las mamás que está detrás de conpequesenzgz. También comparto piso con una gata y una perrita.

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  1. Es una pena que la gente se deshaga de sus animalitos sólo por la llegada de un bebé. Mi gatita murió hace año y medio y ya no nos veremos en esa situación pero vamos, que hubiese descartado por completo la opción de echarla de casa.

    • Monica

      6 junio

      A veces es la presión de los otros. Siento lo de tu gatita, se les quiere taaaanto. Bss

  2. Marta

    11 junio

    Yo tuve gato, pero desde que cambié de ciudad, ya nada, con lo que el embarazo y crianza mis hijas no han convivido. Yo creo que con la limpieza que tenemos en las casas en estos años, y la concienciación de que la limpieza de la gatera tiene que hacerse con cuidado para no tocar las cacas, -o que la limpie el marido- no se llega a tener la toxo. Además no sé porqué, pero a todos los niños les encantan los gatos, debe ser que los ven tan tranquilos y mimosos, que les choca.
    Besos

  3. Hola Mónica! Muy acertado tu artículo. Mi gatico tiene ya 14 años y le adoro. También pasé un embarazo junto con él y «sufrió» los juegos de mi chica que ahora tiene 3 añicos. He seguido todas las recomendaciones que indicas y jamás he tenido ningún problema, todo lo contrario, son muchas las ventajas de que mi hija pueda crecer al lado de un ser tan magnífico.. y digo magnífico porque en numerosas ocasiones el pobre se ha encontrado en circunstancias que bien podían haber sido problemáticas: mi hija completamente tumbada encima suyo y él sacando por debajo como podía su linda cabecita mirándome con ojos de cordero degollado como queriendo decir.. «socorro».. jajaja.. y las veces que se agobia un poco simplemente huye y se sube al lavabo donde le encanta tumbarse.. De nuevo, enhorabuena!! y a los que tenéis gato y os planteéis quitároslos, animaos a que se quede en la familia, requiere de más trabajo y precaución pero merece mucho la pena!!!

    • Monica

      13 junio

      :-D, si al final es más «peligroso» el bebé para el gato que al revés. Y que paciencia tienen…
      Crecer con un animlico en casa es bueno y como dices, merece la pena.
      Muchas gracias por leernos. Bs

  4. Ainhoa

    14 junio

    Yo conviví con 5 gatos y tres perros durante mi primer embarazo. Era en un pueblo, por lo que los gatos salían y entraban cuando querían.

    Sabía que tenía que tomar precauciones, como limpiarme bien las manos e intentar no tocar sus cacas. Mi pareja se encargó de eso y no hubo problema.

    Ahora estoy embarazada de nuevo y aunque no tengo gatos, si tuviera, no lo echaría de mi lado por eso. Me dan más miedo las verduras sin lavar que un minino suave y cariñoso xD

    • Monica

      15 junio

      Sí, y muchas veces no somos tan conscientes del tema verduras, y comer fuera y vigilar esto es csi imposible. Tienes que fiarte..
      Enhorabuena por tu segundo embarazo, Ainhoa 🙂

  5. Enma

    7 diciembre

    He leído el post y me ha gustado mucho. Yo tb tengo un gatito de 6 años, mi cachorrón como le digo. He visto q hay cunas con mosquiteras para q no se meta dentro y el spray de agua tb puede ayudar. Espero ser madre y espero q mi cachorro viva muchos años más con nosotros. Besos

    • Monica

      8 diciembre

      Gracias Enma. La verdad es que en mi caso ha sido fácil. Y ahora con el segundo bebé en casa, lo mismo. Cero problema y todos a gusto 🙂 Bss gatunos

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