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Adaptación al horario de adaptación

¡Por fin es viernes! Puedo decir -no sin orgullo- que hemos sobrevivido a la semana de adaptación.

Aún a riesgo de que educadores y psicólogos infantiles se lleven las manos a la cabeza o se me tiren directamente a la yugular, me atrevo a decir (que para eso tenemos este blog, para decir lo que pensamos..) que la jornada de adaptación en Primero de Educación Infantil me parece una soberana tontería. Y lo digo conconocimiento de causa, y no pensando en mí, sino en mi pobre hijo, que durante toda la semana ha ido mareado perdido entrando cada día a una hora diferente.

Empezamos el lunes a las 11. Un par de horitas en clase, acompañados de los papás que -sentados en esas silletas que no están hechas para dimensiones adultas- observan complacidos cómo sus retoños pasean por la clase, se familiarizan con el entorno y trastean con los juguetes nuevos (atención madres, abstenerse de llevar minifaldas para acomodarse en las sillas que no levantan dos palmos del suelo).

El martes la entrada fue a las 10.30, y ya sin padres. Todas las lágrimas que no derramaron el primer día, caen con desconsuelo el segundo. Berrinche al canto cuando ven que los papás no ocupan de nuevo sus puestos en los pupitres.

El miércoles ya está superado el tema de los padres, pero la hora de entrada cambia a las 10.00. Como el hermano mayor entra a las 09.00, no nos ahorramos ni medio minuto de madrugón y toca chuparnos una hora de patio para hacer tiempo. A la salida, lo mismo. Los pequeños salen a las 12.00, pero los mayores a las 13.00, así que patio de nuevo. Y mientras los papás haciendo más portes que un taxi.

El jueves ya nos vamos acercando a la realidad: entrada a las 09.30. Sólo tenemos media hora para perder el tiempo en los toboganes del recreo, con el fresquito de la mañana, que ayer no era poco…. La salida ya a las 12.30; el rato muerto para esperar al hermanito también se va reduciendo a la salida.

Y por fin el viernes. Entrada a las 08.55, igual que el hermanito, aunque la salida también es a otra hora, no nos vayamos a hacer ilusiones…

¡Qué mareo! Cuando pongo al pobre niño en la fila ya no sabe si tiene que entrar haciendo el trenecito o si va montado en el Dragón Khan…

Si de lo que se trata es de no hacer madrugar tanto al niño, en mi caso, prueba no superada.

Todos los que tienen hermanos mayores en el centro (y somos muchos) hemos tenido que despertar al niño igual de temprano, los hemos mareado, les hemos hecho pasar frío, no nos hemos ahorrado el soponcio (como mucho lo hemos retrasado un día), y encima hemos andado en nuestros trabajos como tres con un zapato, echando mano de abuelos y teniendo a media familia pendiente de algo que el año pasado, en la guardería -cuando hubiera tenido algo más de sentido- no se hizo.

Debo de ser una insensible, pero es que por más que lo pienso sigo sin verle la gracia al asunto. No creo que la jornada de adaptación ayude al niño con un hecho al que tarde o temprano tiene que enfrentarse. Si para que ellos no estén angustiados, hay que estresar a los padres, no lo entiendo. Porque al final ese estres, ese «que-no llego-a-ná» y ese «vivo-sin-vivir-en-mí» se transmite a los pequeños.

En nuestros tiempos el primer día, besito en la puerta del cole y hala!, a darse vida. Igual eran más brutos, pero digo yo que no hemos salido tan raritos. ¿No?…


Mónica Anchelergues. Mamá de dos pequeños terremotos que llegaron a mi mundo en 2011 y en 2015. Publicitaria y marketiniana, trabajando dese el siglo pasado en el mundo online, soy una de las mamás que está detrás de conpequesenzgz. También comparto piso con una gata y una perrita.

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  1. Marta

    14 septiembre

    Tienes toda la razón en que nuestros primer día -antes- era tan sencillo como que te dejaban en la parada del autobús y te buscabas la vida para averiguar en qué clase te tocaba, o te acompañaban hasta la puerta del colegio, y lo mismo, beso y a correr.
    Mi hija de tres años ha llevado fatal la adaptación. Ella tuvo dos días de entrada a las 10 y salida a las 12. Y luego los demás días, horario continuo de 9 a 15. (al quedarse a comedor)
    Aquí, no dispongo de gente que pueda quedarse con mi pequeñaja, así que hemos tirado del «bueno» del jefe y de cambios de turno en el trabajo… Y como la enana le tocaba guardería, entrada a las 7.30, la mayor tenía que madrugar igualmente.
    Besicos!

  2. marian

    14 septiembre

    Mi periodo de adaptación. Primer día y segundo, entrevistas con padres, un rato, vernos, escucharnos. Un par de niños ni se alejan ni me miran. Pido a los padres si pueden volver otro rato al día siguiente para centrarme en el pk. Los siguientes tres días entran a distintas horas. Causa… No todos madrugaran, ni entrarán más cansados y podrán ver las rutinas de las distintas horas. El último día en grupos más amplios. El lunes vendrán todos. Resultado. Los niños q se veían más inseguros en las entrevistas vinieron mejor. Han llorado dos, y en cuanto recordaban los juguetes se les pasaba. Como maestra muy contenta de ver q la q más le ha costado, hoy ha salido a jugar con todos y que el lunes con mucha probabilidad no pasen dos minutos sin llorar. Como madre, me encanta saber q mi hijo se queda seguro. Con mis 3 hijos ni marido se ha guardado siempre una semana de vacaciones para poder hacer la adaptación. La pequeña también la hace en la guarde así q el próximo curso también se guardará una semana.

  3. marian

    14 septiembre

    Todos los cursos cambio de centro y con más de 10 años trabajando, el día antes de comenzar lo paso casi en vela pensando en el nuevo centro. Si un adulto lo pasa así.:/ como no lo va a pasar un niño por mucha guardería q tenga!!! Ya ha estado en una casa y no por eso se queda en la casa de cualquiera.
    Es una semana, en comparación con lo q conlleva una buena entrada al centro en el q van a pasar 7u8 horas durante 9 años… No me parece un sacrificio el guardar una semana de vacaciones, pero bueno.
    Lo último q me gustaría comentar es q como siempre… Se pone en duda las decisiones del profesorado. De verdad creéis q no es necesaria???? Sin mencionar si quiera las teorías psicó pedagógicas q lo sustentan… Pensando sólo el el sentido común y en las experiencias de niños de 2 o 3años. O es q la posibilidad de conciliación es difícil. Entonces pensemos a quien pedir explicaciones si a la conciliación o al profesorado.
    Saludos conciliadores a todos!!!!

  4. Rosa

    15 septiembre

    Hola Marta y Marian (creo que las dos últimas respuestas son tuyas; si corresponden a dos personas distintas, daos por saludadas las dos, por favor). Gracias por vuestra aportación y disculpadme el retraso en la contestación; ya sabeis que las labores maternales no siempre dejan hacer las cosas cuando a una le gustaría….
    Lo primero que me quisiera es aclarar que yo no pongo en duda en ningún momento las decisiones del profesorado. Respeto y admiro su labor, pero eso no quiere decir que siempre comparta su parecer. Simplemente es que no veo práctica esta manera de proceder, ni qué decir tiene para los padres, pero sobre todo para los niños. Como explicaba en mi entrada del blog, a mi hijo pequeño no he conseguido ahorrarle ni un minuto de madrugón, porque su hermano entraba a la hora de siempre, y por lo tanto teníamos que salir todos juntos de casa y estar luego un buen rato haciendo tiempo. Creo que algo parecido le ha pasado a Marta, según comenta en su respuesta.
    La idea, sobre el papel, me parece buenísima, pero lo malo es que hay que llevarla a la práctica, plasmarla en el mundo real, en el que por desgracia no todos tenemos la posibilidad de tener una semana de vacaciones en septiembre, o simplemente nos encontramos con otros «obstáculos insalvables de la adaptación» como es el horario de los hermanos mayores. Creo además que el mío no será un caso aislado; como maestra habrás podido comprobar que le pasa, como poco, a la mitad de las familias.
    Como dicen los docentes -y creo, sincéramente, que con mucho acierto- no podemos delegar toda la educación de los hijos en las escuelas. Las familias también tenemos un papel muy importante que debería ir paralelo al de los profesores. Por eso esta decisión me chirría, porque sólo se tiene en cuenta lo que es bueno para el niño en el colegio, pero no se piensa en cómo repercute eso en la familias ni si todos tienen la posibilidad de hacer esto.
    También me imagino Marian que tú pases la noche en vela antes de empezar el cole porque ya sabes lo que te espera, pero los niños no son conscientes de que van a pasar 9 años (como poco) en el mismo centro. Por eso encuentro que toda esta adaptación es dramatizar un poco. Creo que nos pasamos con la importancia que se le da al asunto porque, si tan importante es dar este paso poco a poco ¿por qué no lo hacen en las guarderías, donde los niños son más pequeños y pasan las mismas horas o más que en el colegio? Como se suele decir, o calvo, o tres pelucas…
    En fin, que como digo, no es cuestión de dramatizar nada, así que tampoco vamos a hacer un drama de la adaptación. Sobre todo porque si hemos sido capaces de superar esta primera gymkana, los madrugones invernales nos van a parecer pan comido.
    Saludos a todos y a por la segunda semana!!! 😉

  5. Umm

    25 septiembre

    Hola, en mi opinión, la adaptación es complicada pero importante. He hecho dos, el curso pasado en la escuela (que no guardería) y este curso en el colegio. Las dos han sido un poco lío, pero es lo que hay. Personalmente no me parecería bien llevar a mi hija desde las 8 h. hasta las 17 h. (es el horario que lleva normalmente) desde el primer día, creo que es mejor que vayan conociendo poco a poco a sus nuevos compañeros y no a los 24 niños de golpe. De todas maneras, aún con adaptación, hoy me ha montado un numerito de cuidado, ya veremos que día pasa.

  6. […] De momento sólo va dos horitas. El dichoso horario de adaptación del que ya os hablamos el año pasado. […]

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