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Asociación Aragonesa pro Salud Mental: “ Todo va bien con filtro, pero la realidad cambia al vernos en el espejo”

Por Pilar Arruebo y Elisa Feijóo

las redes sociales

“La dismorfia del selfie comienza como un juego y termina creando una ilusión irreal, de nosotros mismos y de nuestro propio rostro. Todo va bien mientras nos veamos con filtro, pero la realidad cambia al vernos directamente en el espejo”, esta es la contundente reflexión que lanzan desde la Asociación Aragonesa pro Salud Mental (ASAPME). En la actualidad, la obsesión por los filtros de redes sociales como Instagram o Tik-tok amenaza la autoestima de miles de jóvenes. Estas herramientas se han convertido en motores del embellecimiento instantáneo. A tan solo un click, podemos transformar radicalmente nuestra fisionomía, creando la ilusión de tener unos labios más grandes, pómulos más marcados o una nariz más fina. Se llama dismorfia del selfie y es el nuevo estándar de belleza digital con el que compite la realidad.  Hemos hablado con ASAPME  para descubrir las claves de este nuevo fenómeno.

Un problema del siglo XXI

La dismorfia, “a secas”, sin etiquetas de ningún tipo, ha existido desde tiempos inmemoriales. Ya la realeza europea era retratada por sus pintores de cámara -es decir, los oficiales de la propia Casa Real- en muchas ocasiones de manera poco o nada fiel a la realidad. Incluso las modas marcaron las tendencias. Sin ir más lejos, pensemos en el estilo de la pintura de El Greco, del siglo XVI y XVII. Él optaba por estirar el rostro y la figura de las personas a las que retrataba, haciéndolas más delgadas. Algo que distaba bastante de las figuras reales. ASAPME lo define como “un problema psicológico que se caracteriza por una distorsión en la manera en que nos vemos a nosotros mismos” 

En definitiva, los cánones se adaptan a los nuevos tiempos, pero siempre han estado presentes de un modo u otro. Lo que ocurre es que, la llegada de las nuevas tecnologías y las redes sociales -herramientas útiles en muchos aspectos, pero que pueden llegar a convertirse en nuestro peor aliado- han propiciado la aparición de un nuevo tipo de dismorfia: la dismorfia del selfie.

“La dependencia o necesidad que una persona puede generar de verse con filtros o efectos faciales que modifican su apariencia, tal y como hacen aplicaciones tan conocidas como Snapchat o Instagram, entre otras”. Así es como ASAPME hace referencia a este novedoso problema del siglo XXI. Y es que, hay que tener muy presente que ese no es el mundo real, sino un universo de filtros intercambiables que nos ponemos como “careta”. En el momento en el que no se sabe discernir, surge el problema.

El poder de las redes, ¿amigas o enemigas?

Las nuevas formas de comunicación, por sí mismas, no son ni positivas ni negativas. Todo es relativo. Pueden ser nuestras mejores amigas o todo lo contrario, convertirse en las peores enemigas. Todo depende del uso que hagamos de ellas. Por lo tanto, los influencers no son la raíz directa del problema. Lo que sí que es cierto, aseguran desde ASAPME, es que “están generando unos repertorios de conducta completamente novedosos, especialmente en la juventud”. Añaden además que “un amplio porcentaje de las personas que muestran estos nuevos repertorios de conducta lo hacen de forma equilibrada y normalizada, pero siempre existe un porcentaje que caen en el exceso y en el uso compulsivo”.

Es de sobra conocido que la adolescencia es un cóctel de emociones, sentimientos y dudas. Por ello, “es natural que exista una búsqueda desesperada por parecerse a determinados modelos o personajes públicos que se muestran como personas de éxito para la sociedad en general”, señalan desde ASAPME. Sin embargo, a pesar de tratarse de algo totalmente natural, es un fenómeno que se ha visto alterado en los últimos años. Para la Asociación Aragonesa pro Salud Mental estas aplicaciones permiten “modificar nuestro aspecto de manera sustancial de forma extraordinariamente atractiva”. Y lo puede comenzar “como un juego”, aseguran, termina creando la ilusión de que «podrías ser así» y “comienza a crear una comparación continua con un referente irreal, basado en nuestro propio rostro, pero totalmente inalcanzable”, recalcan. “Todo va bien mientras nos veamos con este filtro, pero la realidad cambia al vernos directamente al espejo”, apostillan los expertos de ASAPME.

dismorfia selfie
Con un click transformamos nuestro rostro. Cada vez estos filtros son más perfectos y se notan menos.

Los expertos de ASAPME responde

Según los últimos datos, este fenómeno comienza a tomar más relevancia de la que a priori podemos pensar. Y no, no es razonable que los selfies marquen el estándar de la belleza actual. El último sondeo realizado por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) indica que más del 10% de los españoles ya acuden a la clínica estética con un selfie como referencia para la operación. Y es que la irrupción de los nuevos filtros de embellecimiento está desdibujando la línea de realidad y fantasía, sobre todo, durante la adolescencia. ASAPME asegura que “la población adolescente es la más afectada, personas que están construyendo su propia identidad y buscando sus propios referentes”. Además añade que “la edad media está situada entre los 16 y los 17 años, aunque resulta llamativo ver cómo hay niños y niñas de menos de 12 años que ya lo sufren, o adultos que superan los 30 años”.

El peligro de este fenómeno es que afecta tanto a nuestra imagen como a nuestra autoestima. Si te acostumbras a verte a ti mismo a través de una imagen distorsionada -con un filtro, un retoque en el color de los ojos, un cambio en las facciones del rostro…- puedes desarrollar un trastorno disociativo (en el que ya no te reconoces a ti mismo en una fotografía que no esté retocada). Para poder luchar contra este fenómeno, la prevención es un factor clave y debe empezar en la niñez.

Aunque los jóvenes de hoy en día son nativos digitales, para ASAPME ”es importante que los y las menores gocen de un acompañamiento activo por parte de los adultos cuando están dando los primeros pasos en internet y en las redes sociales”. Además, la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental indica que además de ese acompañamiento activo, resulta imprescindible limitar el tiempo de exposición a estas tecnologías, permitiendo al menor o a la menor estar en contacto con otro tipo de experiencias sociales reforzantes.  

Por lo tanto, ten muy presente que lo que usas son filtros. Acéptate tal y como eres y no te dejes engañar por la ilusión de lo que muchas veces son las redes sociales.


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