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La Generación Energizada: El Auge del Consumo de Bebidas Energéticas entre los Adolescentes

Están a la vista de todos. En todos los supermercados. Por un precio moderado. A la venta para quien quiera. Con un gran éxito y alto crecimiento en popularidad.

La idea de las bebidas energéticas, o lo que nos quieren vender en su publicidad, suena bien. De sabor intenso y agradable, diseños llamativos y, lo más importante, prometen ayudar a concentrarte y dar fuerza. Las marcas son variadas y van surgiendo nuevas. Y van siempre acompañadas de publicidad divertida y desenfadada, con un claro público objetivo: los más jóvenes. No obstante, ¿son tan inocuas como pueda parecer?, ¿Qué peligro suponen para los más pequeños? 

Seguramente el principal argumento que hemos oído todos, y que ya va calando, sobre este tipo de bebida es lo peligroso que puede ser para el corazón, y es cierto, porque es el equivalente a tomar 15-20 cafés expresso en tres o cuatro horas.

Esta clase de bebidas supone un incremento de la concentración durante un período de tiempo, pero como se ve, a cambio de problemas a futuro en el cuerpo. Inquietud, nerviosismo, dificultad para dormir o dolores de cabeza son algunas de las consecuencias en un niño al tomar este tipo de energizantes. Peor puede ser el caso si un niño o adolescente que lo consume toma tratamiento médico, con taquicardias y latidos arrítmicos derivados directos.

Cafeína, azúcar, estimulantes como taurina, glucuronolactona o ginseng son algunos de los ingredientes de estas bebidas que van más allá de los simples refrescos. 

Aún así, muchas personas no conocen bien el riesgo que el consumo por parte de los más jóvenes (y mayores) tienes este tipo de bebidas, que según datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición suponen un 2% de las bebidas refrescantes consumidas. 

Esta situación ha llevado a que el debate sobre su consumo no sea solo entre la gente de calle, sino que también se cuele entre el discurso político. 

En 2021 y 2022, Alberto Garzón, ministro de consumo en ese momento, ya declaró que pensaba en la necesidad de, a la hora de vender estos productos, comunicarle al cliente las consecuencias que traen. Sería hacer algo parecido a lo que ocurre con la venta de alcohol en menores, algo que está prohibido en la mayoría de locales. Otra opción sería incluir en el propio producto las consecuencias que puede tener para el consumidor, aunque podría generar un conflicto con la marca vendedora. 

En estos últimos tres años se han ido dando pasos en este sentido en algunas comunidades españolas, y en Galicia ya no está disponible la compra de bebidas energéticas para menores. Otras comunidades se han hecho eco de esta medida y barajan su aplicación, siendo Madrid y Extremadura las únicas que se han posicionado en contra. 

El uso de las bebidas energéticas no se reduce solo al día a día y por el simple hecho de beber o tomar un refreco sin más. Se está extendiendo también como constumbre en sesiones de entrenamiento em gimnasio. Es bastante común ver a chavales de entre unos 16 y 17 años entrenar, y a veces usar bebidas energéticas como “pre entreno”. Las consecuencias son las mismas: a cambio de un mejor desempeño durante el período de entreno pones en peligro tu cuerpo. 

¿Y si además se une al consumo de alcohol?

¿Tiene algún tipo de relación con el alcohol? Desgraciadamente sí, y es que el consumo de bebidas energéticas en la infancia puede llevar al consumo posterior de alcohol. En un estudio estadounidense con una muestra de más de 2000 niños entre 9 y 10 años, se comprobó como aquellos que afirmaban ingerir refrescos con cafeína de manera casi diaria tenían, un año después, el doble de posibilidades de  haber tomado alcohol. 

Un ejemplo de esto puede verse en el trágico suceso de el pasado mes de febrero, cuando un joven de 14 años falleció por intoxicación en Getafe tras ingerir una lata de bebida energética que contenía uno o dos gramos de la cocaína rosa, una mezcla de sustancias como la ketamina o el éxtasis. Uno de los tipos de mezcla en ambientes de fiesta es el de estas bebidas con una bebida alcohólica, algo que también tiene consecuencias como una euforia y una bajada de ánimo, deshidratación, hipertermias, arritmias, broncoaspiración respiratoria por vómito incontrolado y, lo más grave, una parada cardiorrespiratoria. Lo dañino de las bebidas energéticas no sólo actúa en el día a día del gimnasio, momentos de estudio, sino también en el de la noche, con un alto peligro ante un exceso de consumo. 

Y lo que es más preocupante es la baja edad en muchos de los casos, siendo casi niños.

Las consecuencias de este tipo de bebidas son evidentes. Problemas en el sistema cardio respiratorio, alteración del sueño, déficit de atención a largo plazo y una relación directa con el alcohol. Medidas como las de Galicia son un buen primer  paso adelante para evitar que los más peques tengan que sufrir las consecuencias a futuro de esta clase de bebidas y una posible adicción. Como sea, los padres deben hacerle saber a sus hijos los efectos que traen y fomentar bebidas más saludables, con el agua como bebida principal en una etapa de crecimiento, tanto físico como mental y social. 


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