La vuelta de vacaciones es una época propicia para dos cosas: jugar a la Primitiva, para ver si nos hacemos ricos y nos retiramos de una vez por todas, y rompernos los cascos pensando a ver qué podemos inventar para hacernos ricos y retirarnos de una vez por todas. El caso es no dar ni golpe, vaya, pero al final siempre caemos en la cuenta de que todo está ya inventado y damos gracias por poder seguir trabajando.
Pues eso pensaba yo, que todo estaba ya inventado, sobre todo en el mundo del bebé, pero mira tú por dónde, esta mañana me encuentro esto en la red:
Se llama Zaky y son unos cojines para bebés con forma de manos, especialmente indicados para bebés prematuros.
Mi primera reacción ha sido de grimilla; me parece a mí que donde se ponga una caricia de verdad, el contacto de piel contra piel, que se quiten todos los inventos del mundo. Pero luego me he acordado de las tortícolis que padecí para dormir a mi hijo mayor cuando lo pasé a su cuarto, pues se acostumbró a quedarse dormido con mi mano encima. Por suerte, siempre ha sido de buen dormir, así que el contacto y el calorcillo de las caricias lo dejaban grogui al instante. Pero, ay amigo! El problema llegaba cuando tenía que retirar la mano: ojos como platos. Una toalla pequeña enrollada, un muñeco y hasta un guante con relleno probé a dejarle encima para darle el cambiazo por mi mano, porque lo que empezaba con unas caricias tiernas acababa sin riego sanguineo en mis dedos. Al final conseguí sustituir mi preciada mano por un doudou (la típica mantita con un peluche cosido), con la que por cierto sigue durmiendo.
Así que esta mañana, cuando he visto a Zaky, me he acordado de esto, y me ha parecido que aunque no hay nada que sustituya a un abrazo y a una caricia, sí que puede consolar a nuestros hijos antes de que se conviertan en tiranos del amor.
Porque sí, a veces son auténticos tiranos insaciables de nuestras caricias, que no sienten la más mínima compasión por nuestros cuerpos tullidos y mal dormidos. Y si no os ha pasado, decidme que no os da lástima este pobre padre…
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