
Estas Navidades recuerda, un animal no es un juguete
Un año más el Acuario de Zaragoza lanza la campaña navideña que nos recuerda qué regalo es mejor no incluir en la carta a los reyes o a Papá Noel porque no es un juguete.
Y además se centra en unas mascotas que no deberíamos adquirir nunca. Los animales exóticos.
Os voy a contar la historia de «Tugui» y «la Pequeña», las tortugas que tuve durante unos cuantos años en casa (y que acabó cuidando mi madre, la que no me dejó tener mascotas cuando era pequeña).
Hace muuuuuchos años, en mi 18º cumpleaños me regalaron dos tortuguitas de Florida, conocidas también como de orejas rojas. Monísimas, pequeñísimas, con una pecera de plástico en forma de isla con su palmera y todo. Seguro que las has visto más de una vez.
Un regalo adecuado para alguien a quien le gustan los animales. La pena me impidió devolverlas así que me las quedé.
Una de ellas murió muy pronto. Sin causa aparente, es bastante habitual. Muchas vienen enfermas y además las venden muy bebés con lo que la supervivencia no es tan frecuente. Amaneció flotando y tuve la genial idea de ir a comprar otra para que la que quedaba no estuviera sola. Y esta vez sí, crecieron. Jolín sí crecieron…
En poco tiempo se hicieron grandotas y ya no cabían bien en su segunda pecera. La de plástico hacía días que la había dejado de usar. Compré una de cristal de 15 litros de capacidad y con un filtro, porque las tortugas comen y evacúan en el agua y eso como no lo limpies… uf.
A veces las metía en la bañera para que nadarán un rato. Y todos los días las sacaba a la terraza al sol. Son anfibios, también necesitan sus paseillos en tierra y sobre todo, tomar el sol para calentar su sangre, y además para que sus caparazones estuvieran duros.
Crecieron hasta más de 20 cm. Una era más pequeña que la otra, pero poco. No son tan fáciles de cuidar como pueda parecer. Comen mucho, mucho. Y con el tiempo se volvieron agresivas una con la otra (y algún mordisco también me llevé yo).
Descubrí que ambas eran macho. Y una de ellas cortejaba a la otra a menudo, pero luego se intentaban morder. Así fue que aprendí que no es que se cortejen sino que una quería ser dominante sobre la otra. Por eso los mordiscos, haciéndose heridas muy feas y que requerían cuidados.
No tienen dientes, pero sus picos son duros y pueden desgarrar (verlas comer jamón de york impresiona). Al final hubo que separarlas. Por aquel entonces ya había tenido que comprar otro acuario, uno muy grande con otro filtro aún más grande.
La limpieza del acuario aún con filtro tenía que ser frecuente, con el rollo que suponía mover una pecera de 50 litros, vaciar, limpiar, limpiar filtro… Una hora y media de curro aproximadamente. Y cada 15 días más o menos. Y un olor, rico, rico.
Y yo me fuí, me mudé a Madrid. Y claro, cómo me iba a llevar las tortugas. Así que aquí se quedaron como regalo para mi madre que acabó la pobre hasta el caparazón. Porque son animales longevos, muy longevos. Pueden vivir hasta 40 años. Acabas dejándolas en herencia. Punto a tener en cuenta si es el peque el que te las pide.
Pero entre el trabajo que daban, que tenían que estar separadas (y una estaba en un acuario más pequeño y más incomodo porque no había sitio para tener dos megaacuarios), que ya se habían vuelto dificiles de cuidar y que cada día eran más agresivas, surgió la duda, ¿qué hacemos con ellas?
Y aquí es donde mucha gente llegado a este punto (o mucho antes) deciden dejarlas en un lago, en un río, en un estanque del parque. Y así es como han llegado al catalogo de especies invasoras de España. Porque son peligrosas para los animales que ya están en nuestro ecosistema. Son voraces y acaban con todo. Y además rompen el equilibrio natural al introducirse en un hábitat que no es el suyo. Comen huevos de rana, renacuajos, peces, desplazan a las tortugas autóctonas…
En nuestro caso nos informamos y acabamos llevándolas al centro de recuperación de la Alfranca. Aquí en Zaragoza podemos llevarlas allí o al Acuario de Zaragoza.
Esto después de haber estado en casa más de 15 años. Me dio pena, pero son animales (no mascotas) que no están bien en las condiciones que podemos darles en un piso. Como casi todas las especies exóticas que se comercializan.
Me encantan los animales, me gustaría poder tener un elefante, claro o un tigre. Pero hay que ser realistas y saber que no pintan nada en una casa, además de ser un negocio con muchas más sombras que luces. Muchas de estas especies ni siquiera es legal su venta. Monos, rapaces, mapaches, pitón real… las historias de cómo son sacadas de sus hábitats ponen los pelos de punta.
La suelta en el medio ambiente además de nociva para nuestros ecosistemas es una infracción administrativa grave y puede llevar multas muy elevadas. Además en algunos casos los animales habituados a vivir en un piso no lo van a pasar demasiado bien. Es abandono, es maltrato.
Así que estas Navidades vamos a tener en cuenta todas estas consideraciones y vamos a actuar con cabeza (y con corazón hacia los animales). Hay muchos juguetes en el mercado y no necesitamos regalar uno de estos pensando que lo es, porque es un ser vivo. Aprovechemos y eduquemos a los peques en el respeto al medio natural si es que nos piden una mascota exótica.
Y para peques ajenos, os puede hacer mucha ilusión regalar una tortuguita mini. Pero es un error.
¿Y gatito o perrito?, #adoptaNocompres y medítalo mucho. Hace un par de años os lo contamos en otro post
Un regalo que no ha de ser un capricho



Un comentario
Neonatural
La verdad es que muchas personas quieren comprar animales para regalar a alguien y luego cuando pasa el tiempo se olvidan de la importancia que tiene cuidar bien a esa mascota. Las mascotas son seres vivos que necesitan salir, alimentarse y tener un buen cuidado, por eso este tipo de post sirven de gran ayuda para concienciar a aquellas personas que quieran una mascota pero que no se vayan a comprometer.