Escrito por Mónica.
Esta mañana de domingo nos hemos enterado de la muerte de quizás uno de los rostros y voces más queridas de nuestra niñez. Ha muerto Miliki, como ya sabéis todos. Una noticia que ha impactado a abuelos y padres. Esos padres de entonces, ahora abuelos, que veían tranquilos cómo nos divertíamos delante de la caja tonta mirando Los Payasos de la Tele, y a estos padres que un día fuimos niños, y uno de nuestros mayores disgustos de la vida era que no emitieran el programa porque ponían toros.
Estos payasos nos hicieron reir, cantar, nos enseñaron y nos divirtieron. No creo que haya alguien que no los recuerde con un gran cariño, o no crea que fuera uno de los mejores programas de televisión que se han emitido en nuestro país.
Es esperanzador ver la cantidad de reacciones y de cariño que hemos estado viendo durante el día en forma de mensajes en las redes sociales y blogs de un montón de gente de toda condición. Fotos, vídeos rescatados gracias a youtube… y hoy todos seguro que hemos cantado el Susanita o el Hola D. Pepito, y más de uno se habrá sorprendido al ver que recordaba todas y cada una de las frases.
No ha sido una regresión total, porque sé que muchos padres y madres seguimos poniendo estas canciones y vídeos a nuestros hijos, pero sí que hoy las hemos escuchado con otros sentimientos.
Recuerdos de un tiempo en el que los niños tuvimos la gran suerte de contar con una programación infantil hecha a nuestra medida, a pesar de tener sólo dos cadenas, en el que crecimos viendo Historias con mayúsculas y productos audiovisuales que con mucha menos tecnología pero más corazón contribuyeron a ser lo que añoramos ahora. Al menos es la percepción que tengo.
Esta noticia me ha pillado con un post que estaba escribiendo sobre este tema: la tele que están viendo nuestros hijos y la que vimos nosotros.
Siempre he sido bastante teleadicta, desde pequeña. «Se te va a poner cara de tele», esa frase la oí bastantes veces a lo largo de mi infancia y de mi adolescencia (a pesar de que tenía vetados los programas de»mayores» o nocturnos, con algunas excepciones como los programas de Félix Rdgez. de la Fuente o los episodios de «A.Hitchcock presenta». Cuando empecé a estudiar publicidad, uno de los trabajos que recuerdo haber hecho y que más me apasionaron fue un análisis de la tele para niños, basándome en el libro «T.V. Fábrica de mentiras, la manipulación de nuestros hijos», de Lolo Rico (La Bola de Cristal, entre otros).
Era el año 93 y la cosa ya estaba derivando a peor. Y yo era una cría sin hijos, ni en perspectivas y ya entonces me llamaba la atención la diferencia entre lo que vimos y lo que se empezaba a ver.
¿Y ahora? Ahora ya soy madre, aunque mi hijo es aún muy pequeño para someterlo a largas sesiones de tele, las luces y brillos de esa cosa enorme que preside el salón le llaman poderosamente la atención. Ya va teniendo sus dibus preferidos, y yo empiezo a interesarme más por los contenidos de éstos. Ahora no tenemos programación infantil en sí. Tenemos 3 canales dirigidos a niños en canales gratuitos y alguno más en los de pago. A niños es un decir, porque Disney Channel por ejemplo, parece querer dirigirse más a un público adolescente (afortunadamente aún me queda mucho para esto).
De entre los 3, así rápido, prefiero que vea Clan. Con más contenidos para niños pequeños. Caillou, Dora o Pepa Pig son dibujos bastante «blancos» y con una pretendida vocación pedagógica.
Pero los comparas con los que veía yo, y lo siento, en mi humilde opinión no hay color. ¿Por qué tienen que ser taaaaaan pedagógicos? Hemos cambiado historias por episodios asépticos. Adiós a los hilos argumentales a través de un montón de capítulos, por episodios aislados pero repetitivos hasta la saciedad.
La primera vez que vi Dora en la sala de espera del pediatra flipé. «¿Dónde vamos? A la granja de Beni. ¿Dónde vamos? A la granja de Beni. ¿Dónde vamos? A la granja de Beni» «¿Y por dónde vamos a pasar? Por el río, por la jungla de los cocodrilos y a la granja de Beni» (repetir esto otras 3 veces más, que yo me canso de dar al copia pega).
Lo comentaba hace poco con una amiga, ¿esto es para que los niños sepan lo que es un río?.¿ Por qué no meter un río en una historia como se ha hecho siempre?, no son lelos, ya verán lo que es un río cuando los personajes lo crucen, por ejemplo.
¿Y la imaginación? Eso ya no importa. Vale, Pepa Pig es una cerdita y habla, y en el mundo real las cerditas no hablan. Pero mundos de fantasía y escenarios mágicos brillan por su ausencia en la mayoría de los programas para niños ( y no me valen Barbie y sus amigas las hadas, lo siento).
Nosotros crecimos con Heidi y Marco, las más recordadas, basadas en novelas, y series muy bien hechas que nos hablaban de muchas cosas. Del amor por la naturaleza, de la amistad, de la nostalgia… Uno de los colabordores de estas dos series es Miyazaki (adoro a Totoro y compañía). Pero qué hay de la abeja Maya, o el Bosque de Tallac, Mazinger Z, Comando G, o superclásicos como La Pantera Rosa o los Picapiedra, Los Autos Locos, y los Looney Tunes:
Pero la lista es interminable, y además también con ejemplos de aquí: Don Quijote, los Mosqueperros, Willy Fog (y su canción interpretada por Mocedades!!)… literatura adaptada a tele para niños.
Creo sinceramente que cualquiera de estas nombradas, a Dora y compañía se los meriendan con patatas.
En los de hoy en día además, parece que oscilan entre dos extremos, o bien son tirando a demasiado ñoños e inocentones o se nos van a las más altas cotas de irreverencia y gamberrismo. Sarcasmo e ironía para niños no casan demasiado. Hay dibujos que son bastante adecuados para que los veamos los mayores y nos puedan gustar, pero los niños, como niños que son, y en su contexto, no captan la ironía y el sarcasmo que rezuman algunas series infantiles, y la visión que van a tener va a ser muy distinta que la que podemos interpretar los mayores.
Y no hace falta que todo lo infantil sea ñoño. Más irreverente y gamberra que era Pipi Calzaslargas, o Risitas o el Correcaminos, no los son Fanboy y su amigo, por ejemplo.
No sé vosotros, pero a mi me apetece más que vean nuestras viejas series que muchas de las que ponen ahora, y aunque tampoco des-sintonizaré los canales infantiles (al fin y al cabo son los dibus de su tiempo y algo tendrán que ver), me fastidia un poco esta poca atención que se les dedica a los niños, las generaciones futuras, las que están empezando.
Pero claro, si sólo fuera en la tele… pero eso ya es otro tema que nos daría para mucho y ya está quedando muy largo esto 😉
Sólo decir, ya para acabar, ojalá que los niños pudieran disfrutar un poco más de ese paraíso en el que lo que más importa es ver cómo se estrella un globo de agua en el suelo, chapotear en un charco un rato, o leer a escondidas con un linterna cuando ya nos han apagado la luz los mayores.
Yo echo de menos ese sitio.
Bianca
19 noviembre
Muy cierto lo que comentas, que pena que nuestros hijos no tengan acceso a todos esos programas que nos hicieron pasar tan buenos momentos y que aun hoy nos llenan de nostalgia cada vez que alguien, como tú, los menciona. Me acabo de enterar por tu artículo de la muerte de Miliki! Que día tan triste para los niños grandes que cantamos con él. 🙁 Nunca habia estado tan presente Miliki en mi vida como ahora que me toca cantar su repertorio a mi hijo todos los días. Mi top 3 en este momento: Hola Don Pepito, Chinito de amol y La gallina turuleta. 😉
Monica
19 noviembre
Vaya! siento que te hayas enterado por aquí.
Chinito de amor es una de mis preferidas, y la de Manuela, o Pepe trae la escoba… Todas son buenas, tienen buenas melodías y letras divertidas. Aunque alguna igual no pasaba el filtro de lo políticamente correcto, como la de la niña que no hacía más que planchar y demás, que hicieron una versión más igualitaria hace pocos años.
Gracias por tu comentario 🙂