La apatía, la tristeza e incluso la incapacidad de concentrarse son sólo algunos de los síntomas de la depresión postvacacional. Una sensación que sentimos los adultos con la vuelta al trabajo, pero también los niños al volver a la escuela tras el verano. Por ello, organizar con antelación su regreso, tanto en relación al material escolar como al modo en que se afronta, es primordial para reducir su impacto psicológico.
Septiembre se acerca y, con él, la vuelta al cole
Queda prácticamente un mes para el inicio de curso y, para no bajar la guardia mientras aún estamos de vacaciones, es hora de preparar la vuelta al cole. Precisamente, es justo en estos días lejos del trabajo cuando podemos administrar mejor nuestro tiempo y, con ello, dedicar unos días a reunir todo lo necesario para la escuela. Y no sólo a nivel de material y libros, sino también la ropa e incluso la mente de los más pequeños.
Para evitar futuros contratiempos, es tan importante marcar la ropa de los niños y las niñas —rápido y sencillo mediante una pasada de plancha sobre unas etiquetas para ropa termoadhesivas personalizables— como prepararlos psicológicamente para la vuelta al curso. ¿Y por qué ahora? Además de por una cuestión organizativa, para hacer del regreso un proceso más llevadero, menos frenético y sin sorpresas de última hora.
¿Por qué empezar a preparar ya el inicio de curso?
El verano es una estación explosiva, donde a la libertad se le suma el buen tiempo y el olvido de muchas de las preocupaciones de nuestro día a día. Sin embargo, su final a veces encausa la temida depresión postvacacional. Una sensación amarga que nos impide asumir el fin de las vacaciones ante el choque con la realidad cotidiana. Además, sensación que puede limitar nuestra organización estancándonos en la añoranza.
Asimismo, los niños tampoco están exentos de ese sentimiento. Según los pediatras, los síntomas también se manifiestan en estados de apatía, irritabilidad e incluso falta de concentración. Razón por la que añadir a esa carga unos días frenéticos poco antes del inicio de curso para reunir todo lo que hace falta, a menudo, puede intensificar o agravar el impacto de la vuelta a la escuela, entrando con mal pie al nuevo curso.
Con ello, los especialistas recomiendan ciertas pautas a seguir para reducir esa colisión. Por ejemplo, repasar el curso anterior para reacondicionar la atención de los niños y las niñas y reforzar sus asignaturas más complejas, o mantener una actitud positiva llegado el momento. Y, además, para quitarnos también un peso a nosotros mismos, es siempre recomendable preparar con antelación y tranquilidad su arsenal escolar.
Reuniendo todo el material escolar
Uno de los primeros pasos a seguir para preparar a nuestros hijos e hijas para el nuevo curso es conocer qué material escolar necesitarán. Para ello, normalmente podremos consultar una circular del colegio donde se listan los artículos. Sin embargo, y para no sumirnos en la incertidumbre, consultar a los demás padres y madres para saber si el documento contiene todo es una buena opción; también para compaginar la compra.
Para evitar gastos innecesarios, es recomendable comprobar si es necesario renovar o no algunos utensilios. Tanto si se trata de las herramientas de escritura como si es en relación a la mochila, a menudo deteriorada entre curso y curso. Por el contrario, y aunque no estén terminadas, cambiar las libretas sí es algo a tener en cuenta. Ya que, con el cambio de materias a impartir, es mucho más cómodo empezar una en blanco.
Asimismo, y sobre todo para los más pequeños, no debemos olvidar marcar la ropa de nuestras hijas e hijos. Esto nos evitará muchas pérdidas y confusiones tanto en el colegio como de excursión. Además, hoy en día existen etiquetas fáciles de fijar y personalizables para que tanto identidad como seguridad vayan de la mano. Y, si las escogemos con ellos, siendo un divertido atenuante de los nervios por la vuelta al cole.
La mochila que no se ve
Para volver a la escuela, los niños llevan a cuestas una mochila que no se ve: su mente. Una mochila cuyo contenido fluctúa entre la fobia o la ansiedad y la emoción o la euforia, situando la escuela como un corte brusco a la libertad vacacional o erigiéndose como una verdadera aventura para ellos. Razón por la que debemos prestar atención a cualquier reacción negativa que acontezca tanto al inicio como durante el curso.
En los casos más intensos, aunque no por ello poco frecuentes, deberemos tener sumo cuidado con la dependencia paternofilial. En ambas direcciones, pero en especial la de nuestros hijos, ya que ese nexo tóxico podría desencadenar mayores problemas de dependencia a la larga. En definitiva, todo consiste en acolchar el inicio de curso para que sea menos abrupto. Y, si es posible, hacerlo lo menos chocante posible.
Un artículo de Sergi García. Todos los derechos reservados.
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